Pero éste no era, ni es, un problema local. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 22 millones de mujeres se practican abortos clandestinos en forma insegura en todo el planeta y unas 47.000 mueren al año por esta causa. La mayoría de las víctimas son mujeres en riesgo de exclusión, pobres y jóvenes.
A quienes son partidarios del aborto ilegal ( ellos se autodenominan “pro vida”) no les interesan estas cifras. Su objetivo es el control de la sexualidad y de la capacidad reproductora de las mujeres y eso exige nuestra negación como personas moralmente autónomas, responsables, libres y sujetos de derecho.
En las sociedades patriarcales como la nuestra la maternidad no es una opción y la sexualidad no es una forma de relación y disfrute para nosotras. Todos los avances conseguidos hasta ahora se deben a la larga lucha del movimiento feminista, y nuestras conquistas nunca son definitivas. Recordemos nuestra reciente batalla frente a la ley Gallardón, que pretendía hacernos retroceder a tiempos pasados, una gran victoria empañada por la limitación del derecho a decidir de las jóvenes de 16 y 17 años.
No será la última batalla, ni la más dura: aquellos que niegan nuestro derecho a decidir se empeñan ahora en mercantilizar nuestro cuerpo, nuestro vientre en nombre de ese mismo derecho. Son los mismos perros con distintos collares.
No. No podemos quedarnos calladas ni tranquilas con nuestras victorias parciales. No estamos solas. No somos las únicas. Tenemos que continuar con nuestro grito. Y nuestro grito es un grito global, porque global es nuestra opresión y nuestra lucha. Salimos a la calle junto a tantas y tantas mujeres de Argentina, Chile, República Dominicana, El Salvador, Colombia, Perú, Bolivia... pero también de Polonia y de todos los países europeos convocados en Bruselas, junto a todas las mujeres del mundo que se alzan contra un sistema que las condena a ser víctimas o culpables de una historia de la que nunca han sido protagonistas, a pesar de llevar sobre sus hombros toda la carga que supone ser las encargadas de la supervivencia de su pueblo.
Ellas, nosotras , vosotras…Juntas somos más fuertes y hoy somos más fuertes que nunca, Por tanto afirmamos nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Y exigimos:
- Que el aborto se regule como un derecho de todas las mujeres a interrumpir un embarazo no deseado sin ningún tipo de discriminación, respetando la autonomía de las jóvenes, sin la obligación de tener el permiso materno o paterno.
- Fomentar y garantizar una educación afectivo-sexual libre de estereotipos sexistas y LGTBIfóbicos.
--Derecho a la información de todos los métodos anticonceptivos y que éstos sean gratuitos.
- Que la interrupción del embarazo forme parte del curriculum médico en la formación de nuevas y nuevos profesionales, para que puedan atender a la libre decisión de las mujeres sobre su maternidad.
Las mujeres como sujetos de pleno derecho, no aceptamos ser tuteladas por nadie y consideramos una intromisión intolerable cualquier intento de imponernos un proyecto de vida ajeno y no elegido. Por eso decimos NO a las leyes que legitiman el control sobre los cuerpos de las mujeres y exigimos que se reconozca el derecho al aborto libre.
LAS MUJERES DECIDIMOS, EL ESTADO GARANTIZA, LA SOCIEDAD RESPETA Y LA IGLESIA NO INTERVIENE
#NiMuertasNiPresas, ¡vivas y libres nos queremos!
#EstadoLaico #AbortoLibre
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