MANIFIESTO
HUELGA 8M Burgos
Un
año más, nos encontramos miles de personas tomando las calles para
mostrar nuestro rechazo a todas las violencias y discriminaciones que
sufrimos bajo este sistema capitalista-patriarcal, principalmente las
mujeres y las personas trans.
Esta
huelga feminista recoge la senda marcada el año pasado donde a nivel
mundial, millones de mujeres pararon y se unieron en un grito común
para visibilizar que sin el trabajo
invisible e imprescindible de los cuidados nada se sostiene;
para denunciar la brecha salarial, la precarización de los trabajos más feminizados como son los de las empleadas de hogar; para enfatizar la fuerza que esconde la diversidad de nuestros cuerpos, de nuestras sexualidades, la diversidad de nuestras procedencias, de nuestras capacidades; para delatar un consumo que acrecenta la discriminación de género, que expolia territorios y degrada la naturaleza; para desenmascarar una educación machista que es el caldo de cultivo de las violencias más agudas que seguimos sufriendo.
para denunciar la brecha salarial, la precarización de los trabajos más feminizados como son los de las empleadas de hogar; para enfatizar la fuerza que esconde la diversidad de nuestros cuerpos, de nuestras sexualidades, la diversidad de nuestras procedencias, de nuestras capacidades; para delatar un consumo que acrecenta la discriminación de género, que expolia territorios y degrada la naturaleza; para desenmascarar una educación machista que es el caldo de cultivo de las violencias más agudas que seguimos sufriendo.
Pero
esto no empezó el año pasado; nos preceden siglos del luchas
feministas que han hecho posible que hoy podamos salir a la calle a
reivindicar nuestras luchas conquistadas y que actualmente, se ven
amenazadas por una ideología fascista y racista que promueve el
discurso del odio, dividiéndonos y enfrentándonos.
En
nuestra memoria están registradas todas las que se han rebelado
antes que nosotras, porque nuestra
historia sigue un sendero de lucha y sangre,
por mucho que intenten ocultárnosla y relegarnos a papeles sumisos y
dependientes. Nuestra historia es la de las valientes de todas las
épocas: las brujas, las rebeldes, las que se enfrentaros al orden
social establecido, las
que se atrevieron a soñar un mundo mejor.
Nuestro relato nos habla de las quemadas en la hoguera, de las
comuneras defendiendo su tierra y los bienes comunales, de las
milicianas fusil en alto contra el fascismo, de las que en cualquier
punto de la historia se han levantado contra la injusticia.
Por
el sacrificio y valor de nuestras antepasadas, hoy estamos aquí.
Aunque
cada vez somos más, somos muchas y diversas, queremos también
alzar la voz por todas aquellas que no pueden hacer huelga por estar
totalmente oprimidas por este capitalismo voraz; por todas las
migrantes que mueren en las fronteras escapando de guerras y miseria;
por las presas y secuestradas en el régimen FIES; por las asesinadas
a manos de la violencia patriarcal que nos arrebata a miles de las
nuestras hermanas cada año en todo el mundo (al menos, 50,000
mujeres fueron asesinadas en 2017 por el hecho de ser mujeres, según
datos de Naciones Unidas).
Por
eso este año volvemos a la carga, sabiendo que esto ni empieza ni
acaba el 8 de marzo.
Y,
¿qué es lo que queremos? Pues lo queremos todo y por eso, este
movimiento es imparable.
Son
innumerables nuestras demandas, pero haciendo una breve pincelada
resaltamos algunas de ellas:
- Para que podamos ser libres, para que se consideren las violencias machistas como una cuestión que atañe a toda la sociedad y se tengan en cuenta sus distintas causas y dimensiones; poniendo fin a aquellas que sufrimos cotidianamente en todos los ámbitos y espacios vitales (hogar, trabajo, espacios públicos, pareja, familia, entorno laboral, sociedad e instituciones del Estado). Para que haya cambios culturales, en las ideas, actitudes, relaciones y en el imaginario colectivo.
- Exigir la derogación de la ley de Extranjería y el cierre de los CIES, edulcoradas cárceles de tortura que hacinan a miles de migrantes.
- Ninguna persona es ilegal y por ello, demandamos el reconocimiento de la ciudadanía sin que dependa de que tengan papeles o no.
- Para que las mujeres seamos dueñas de nuestros cuerpos nuestros deseos y nuestras decisiones. Para que las personas disidentes sexuales, con especial atención a las mujeres trans, dejemos de sufrir agresiones y múltiples violencias. Por una sociedad que respete y valore la diversidad sexual, de identidad y/o expresión de género.
- Exigimos que el derecho a la vivienda sea una realidad y no un papel mojado con el que enriquecer a constructoras y empresarios. Los desahucios afectan directamente a quienes están en situaciones más vulnerables, especialmente mujeres migrantes. Decimos basta ya a las expulsiones de los barrios de nuestras vecinas, ya que alrededor de 70.000 desahucios se perpetraron durante el año pasado, rompiendo el tejido social y la comunidad en los barrios.
- Denunciamos la privatización que está sufriendo la sanidad dejando a miles de personas desprotegidas en su derecho a una atención sanitaria de calidad e igualitaria.
Queremos
que no se comercialice con nuestra salud y que se acabe con el modelo
público-privado del HUBU, uno de los modelos de corrupción más
sangrantes en nuestra ciudad.
- Rompamos con las fronteras, el racismo y la xenofobia que nos atraviesa y recorre toda la sociedad. Para que ninguna mujer tenga que migrar forzada por las políticas coloniales, neoliberales y racistas del Norte Global, que producen situaciones económicas, bélicas, sociales y ambientales insostenibles.
- Para que el aborto se reconozca como un derecho de las mujeres y personas con capacidad de gestar a decidir sobre su cuerpo y su maternidad. Que se respete la autonomía de las mujeres de 16 y 17 años y se garantice su realización en los servicios públicos de salud para todas las mujeres.
- Reivindicamos la valoración del trabajo de cuidados en un sistema que los devalúa, los invisibiliza y los precariza, pese a que son imprescindibles en el sostenimiento de la vida.
Ante
todo esto y mucho más, urge construir redes
de cuidados
pensadas desde la horizontalidad, el apoyo mutuo y la diversidad,
dotándonos de herramientas colectivas que nos hagan resistir al
yugo patriarcal que nos oprime, infravalora y maltrata. No sabemos de
recetas inmediatas para acabar con las estructuras que generan las
desigualdades que vivimos pero sí sabemos de tejer
alianzas con otras luchas
fundamentales como son la vivienda, las pensiones, la educación, la
sanidad, la recuperación de los bienes comunales, etc, que nos
posibilite ser una comunidad de lucha frente a los dictámenes del
capital y del odio que tratan de imponerse.
Por
ello, esta noche, gritamos
que no creemos en un patriarcado
amable,
en un capitalismo
morado,
en un estado aliado. Porque sabemos que la solución nunca será
poner parches a lo irreformable; que la única manera de construir un
mundo dónde nuestros cuerpos no sean campos de batalla es seguir el
camino que nuestras abuelas empezaron hacia la revolución social.
Vuestro
mundo se derrumba y nosotras no os ayudaremos a reconstruirlo,
preferimos construir el nuestro. Por eso, hoy como ayer, frente
a la violencia patriarcal autodefensa feminista.
Frente
al capitalismo patriarcal, hoy y siempre, revolución social,
autoorganización y acción directa.
FRENTE AL "NOSOTROS PRIMERO"
PLANTEAMOS "NOSOTRAS JUNTAS"
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