miércoles, 29 de abril de 2020

1° de Mayo Feminista Transfronterizo: La huelga vive en las luchas


Desde la Asamblea Feminista de Burgos creemos en la necesidad de unir fuerzas para continuar la lucha contra el patriarcado capitalista que nos oprime a diario, por ello este 1º de mayo nos hemos sumado a este manifiesto feminista internacional que han elaborado compañeras de diferentes territorios.


1° de Mayo Feminista Transfronterizo
La huelga vive en las luchas

En esta fecha histórica que hermana a les y las trabajadoras del mundo en la lucha por sus derechos, nos convocamos desde los feminismos como fuerza transfronteriza y como memoria de luchas a un

1° de Mayo Feminista Transfronterizo

Seguimos alzando con fuerza nuestras voces ante la urgencia de denunciar juntas y juntes que estamos ante una crisis de la reproducción de la vida, que precariza e intensifica aún más el trabajo productivo y reproductivo que realizamos las mujeres, lesbianas, travestis, trans, queer y no binaries. 

Por eso necesitamos organizarnos y luchar juntas y juntes.

La pandemia mundial de COVID-19 ha visibilizado aún más no solo la crisis capitalista patriarcal, sino también la urgencia de transformar la sociedad y sus desigualdades en su conjunto. Millones de
trabajadoras y trabajadores durante esta pandemia siguen trabajando en los almacenes logísticos sin
protección y con bajos salarios. 

Las condiciones de trabajo de las personas migrantes se vuelven aún más precaria y las diversas medidas que mantienen la irregularidad migratoria como las de regularización selectiva se implementan solo para de intensificar la sobreexplotación. 
Millones de trabajadoras de la salud y de obreras trabajan sin pausa con bajos salarios y sin condiciones dignas, poniendo cada dia su vida en peligro. 

Miles de trabajadoras del hogar son despedidas sin recibir ningún subsidio. Millones de mujeres se
ven sobrecargadas de trabajo de cuidado y millones de trabajadores y trabajadoras informales, de las
economías populares, y precarizades se encuentran sin trabajo. 
La crisis pandémica muestra claramente que los trabajos necesarios para la reproducción social son los más explotados, feminizados, racializados y precarios.

A su vez, el confinamiento actual muestra que miles de mujeres, lesbianas, travestis y trans no pueden quedarse en casas y resguardar su salud porque deben seguir trabajando. De las que sí se quedan en sus casas, el sistema patriarcal les descarga el cuidado de las personas mayores más vulnerables y de l*s niñ*s, sobrecargando el peso del trabajo doméstico para el cual nunca ha existido límite de horario ni remuneración. Para muchas, las casas no son lugares seguros porque implica quedarse expuestas cada día a la violencia de sus parejas. 

Los feminicidios y las violencias hacia las mujeres y hacia las personas LGBTQI+ se han ido intensificando con esta crisis, cuya gestión securitaria omite esta realidad. En cuanto a las mujeres con diversidad funcional, cuyo cuidado y vida cotidiana están sujetos a ritmos muy
particulares, su rol en la sociedad es invisibilizado.

Nos negamos a que el futuro se parezca a este presente y nos negamos a volver a la normalidad
neoliberal cuya insostenibilidad se revela de manera inapelable en esta crisis. Luchamos para acabar con el extractivismo, la producción industrial ganaderas y alimentarias a gran escala, que subordina todas las especies vivientes y la tierra a las ganancias del capital.

Luchamos hoy para sobrevivir en medio de una pandemia, pero nos organizamos también ahora para
enfrentar las consecuencias de largo aliento que esto tendrá sobre las condiciones económicas y vitales de millones de personas en el mundo.

¡No queremos salir de esta “emergencia” aún más endeudadas y precarizadas! 

Exigimos que la riqueza sea destinada a garantizar que ninguna persona quede sin ingresos ni obligada a endeudarse para sobrevivir. La riqueza será para sostener la vida y no más para la apropiación de una minoría privilegiada.

Exigimos que el acceso al sistema sanitario sea garantizado de forma gratuita y que los derechos a la salud mental, sexual y (no) reproductiva sean reconocidos como derechos esenciales, porque el confinamiento obligatorio no puede ser una excusa para que no podamos decidir sobre nuestro cuerpo y garantizar nuestra autonomía.

En los barrios populares se organizan ruidazos contra los feminicidios y redes de autodefensa contra las violencias machistas. En las comunidades, las mujeres indígenas, que siempre han luchado contra la destrucción del planeta, están enfrentándose a un Estado que aprovecha el aislamiento para desplegar proyectos extractivos. 

En cada cárcel las personas detenidas están denunciando las inhumanas condiciones de reclusión y la ausencia de protección. Por todas partes, las personas migrantes se rebelan a la saturación de los centros de internamiento y reclaman sus papeles, sin los cuales sus vidas, aún más con esta
pandemia, están sometidas a condiciones de mayor explotación y violencia. En los almacenes y en las
fábricas surgen huelgas reclamando que sólo se sostengan las actividades imprescindibles y en condiciones dignas.

La huelga feminista ha sido en los últimos años la herramienta que ha unido nuestras luchas a nivel global y que nos ha permitido rechazar la violencia patriarcal en su dimensión estructural: en el hogar, en las calles, en los lugares de trabajo, en las fronteras. En la huelga del pasado 8 y 9 de marzo nos encontramos desbordando las calles con nuestra potencia feminista siendo millones en todo el mundo. 
Durante la pandemia y en los próximos meses, el proceso de insubordinación alimentado por la huelga feminista convierte nuestro trabajo reproductivo en un campo de lucha para contestar la división sexual y racista del trabajo y para exigir la socialización del trabajo de cuidado. 
Queremos una atención integral en salud y el reforzamiento de los servicios bàsicos.

Exigimos que todas las tareas no indispensables para sostener y cuidar la vida sean suspendidas: ¡los
trabajos serán para sostener la vida o no serán! Exigimos poner fin a la subordinación, la explotación, la precarización. También que nos provean de las protecciones contra el virus en los trabajos esenciales.

Queremos subvertirlo todo para poner fin a la violencia patriarcal y racista de la sociedad neoliberal, para poder abortar de manera segura, libre y gratuita, para no endeudarnos todavía más, para disponer de nuestras libertades. Lo que la huelga feminista global nos ha enseñado es que cuando estamos juntes somos fuertes y ahora más que nunca tenemos que levantar nuestras voces en la misma dirección, para poder evitar la fragmentación que la pandemia parece imponer.

Queremos una salida feminista transfronteriza de la crisis para no volver a una normalidad hecha de
desigualdades y violencias. En el día internacional de les y las trabajadoras, gritaremos toda nuestra ira contra la violencia de una sociedad que nos explota, oprime y mata.

El 1 de mayo más que nunca decimos que nuestra vida no está al servicio de sus ganancias.

En el día internacional de les y las trabajadoras afirmamos una vez más que la sociedad puede ser
organizada sobre nuevas bases, que es posible una vida sin violencia patriarcal ni racista y libre de
explotación.

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